sábado, febrero 17

Cuando me enamoro

Cuando me enamoro
Es hora de confesarse y de contar lo que sucede cuando nos enamoramos.

Cuando me enamoro la vergüenza me dura poco. Podría resistir más, cohibir mis sentimientos, hacerme escribir un diario de vida secreto o algo por el estilo; así no aburría a mis amigos con mis historias donde nunca ocurre nada, donde no se llega al conflicto, donde algo parece estar mal pero no se sabe qué. No es pasión, es miedo a no saber qué va ocurrir, a no saber si me dirá que sí o si no me querrá ver más. Llevo años contando historias sin finales trágicos o con protagonistas incapaces de cautivar y mis amigos no se aburren. Por lo menos eso es lo que dicen o se olvidan de decirme.
Hablamos cuando nos enamoramos
. Tomamos el teléfono. También miramos el techo de nuestra pieza. Es todo menos algo íntimo. Es dolor, del físico y del que te hace arrugar la cara o perder la orientación. Y pensar que conozco gente que dice nunca haberse enamorado.
He hablado tanto de amor, me he enamorado tantas veces, que ya no me acuerdo muy bien de mis primeros amores. Esa época en la que uno creía en la virginidad como un momento especial, una especie de romanticismo que creía en la pureza y eternidad de un momento.
Yo no siento vergüenza cuando hablo de amor. Cuando creo que esta es mi gran oportunidad para ser feliz, cuando me imagino que este chico es bueno en la cama o cuando me imagino su cabeza sobre mis piernas. No me tirita nada, no me miro en el espejo llorando. Cuando me enamoro hablo para no sentir la pena, la ausencia o la soledad de la cual hablan las canciones.

AMEN

lunes, febrero 12

Seguiremos siendo amigos

Seguiremos siendo amigos

Virgen del Ojo también tiene momentos de rabia, en los que las palabras salen confusas y algo caóticas. El no-querer no es la salvación.

Sucedió hace mucho tiempo ya, casi un año.
Fue la primera vez que me vio y que yo lo vi, sin querer. Nadie lo planeó. Quizás, mi amiga lo invitó pensando que en una de esas podía pasar algo. Yo no quería enamorarme, pero cuando uno no lo espera, ocurre. Parece que ya no me gustaba alguien o hace poco había dejado de querer o eso quise creer. Es fácil confundirse recordando y más si estamos hablamos de amor. Conversamos, creo que mucho, más de lo normal. Hasta un amigo me miró suspicaz. Todos lo notaron menos tú. Quizás no fue así, ojalá. Pero ya sucedió hace mucho, casi un año y no nos hemos dicho nada.
Te odié por eso. Es que no puede ser que no ocurra nada. Que nos tomemos de la mano y adiós y el puta cuídate. No te he deseado bien, tampoco mal. En esos momentos preferiría no ser un caballero. Decirte lo que siento, pero si me dices que no sabes nada, que no te sientes listo, basta para que yo me calle y empiece a hablar de mí.
Anhelo ser una puta contigo y que no te des cuenta. Los masajes, sí, los masajes en las espalda dices que te gustan. ¿No te parecen extraños?. Dejas que toque tu cuello y tu espalda y me das las gracias y yo me quedo ahí esperando lo peor.
Te olvidé por un tiempo. Mi gata me mantuvo ocupada. Fui ingenuo, ahora vuelvo a necesitar consejos de amigos, vuelvo a escribirte correos que no acaban nunca, vuelvo a imaginar que soy la protagonista y tú el príncipe, si quieres, soy flexible. ¿Cuántas veces uno se puede volver a enamorar? Si me cuentas que lees un libro nuevo o que escuchas un grupo nuevo y me gusta, ¿significa que me vuelvo a enamorar?. El amor es constante, oscilante, sube, baja, toma vacaciones, se estresa, enferma, no piensa, piensa mucho, enloquece, se muerde las uñas, analiza las posibilidades, escucha, se pierde, ahoga, es egoísta, es demasiado fácil y sigue, al fin y al cabo, esperando lo peor: que seguiremos siendo amigos.

martes, febrero 6

Todo está dicho sobre el amor

Virgen del Ojo reflexiona con carácter poético sobre el supuesto general que asume que Todo está dicho sobre el amor. Un bella oportunidad para recordar lo que no se dice del amor.

ADVERTENCIA: El siguiente texto no es mamón, ni romántico, de hecho es hiperpostmoderno.

Todo está dicho sobre el amor. Sabemos cómo empieza y cómo termina, sabemos que no debemos sentir, a veces, no decir que nos gusta y mirar para otra parte, en vez, de aprovechar el momento y tocar su mano. Si digo que todo está dicho sobre el amor, es algo que puede sonar obvio. Obvio porque las palabras pueden cambiarse: al chico de la U decirle que te gusta como escribe o alegrarte por las historias que cuenta el amigo de tu mejor amiga. Yo no sé cómo se ama. No sé cómo no equivocarme, no hablar de más, no sé cómo no decirle a una persona que conocí hace una semana que me gusta ¿tengo que tan sólo tomar varios tragos con él para que no me diga que soy raro o “demasiado directo”?. Pero ojo, a pesar de todo, todo está dicho sobre el amor. Qué fácil es amar así entonces, si bajo nuestro tenemos un repertorio de frases para invitar a alguien a casa y que suene bonito, para alagar lo bien vestido que está o decirle que tiene una “bonita cara”pero queriendo decir que te agacharía ahí mismo y le bajarías el cierre de su pantalón. No quizás no tan perra callejera, pero algo así, con su cuerpo. No, miento, estas cosas que se sienten no son fáciles de manejar. Te hacen demorarte más frente al espejo, desordenar la ropa, creer que el cabello es algo bello, gastar más dinero, mentirle a tus padres, hacerte amigo de gente que no saludarías en la calle y te olvidas de los malos modales como meterte los dedos a las narices o comerte las uñas. Te reprimes constantemente para que te quieran. Las palabras pueden combinarse al chico de la U decirle que te gusta como escribe o alegrarte por las historias que cuenta el amigo de tu mejor amiga.
Miente. Miente querida y serás feliz.

Virgen del Ojo

lunes, febrero 5

Virgen siempre lista


Yo soy aperrada

Comienzo a escribir porque me cansé, ya descansé lo suficiente: el príncipe azul todavía no llega y después de evaluar el año 2006 me doy cuenta que mi sexo lo puedo contar con mis dedos. No soy una virgen, pero haría mal que rezaras por mí.

Siendo honesto, en el momento mismo, yo aperro. Da lo mismo si es blanco, rubio, moreno, peludo o lampiño, anarquista o gremialista, cristiano o budista; soy flexible. Eso sí, aún le tengo miedo a la chocha*, pero sé que la solución serían las mujeres, me llevo tan bien con ellas, podemos conversar de todo, yo las escucho y ellas me escuchan, tomamos té juntos y bailamos, me cuidan, somos unas vírgines.

Sí, en el momento mismo, cuando llega la hora, yo no tengo prejuicios, ni la edad me importa. Un amiga aconseja que “lo mejor para empezar es tener sexo con cualquiera”, con un sujeto “x”, de quién te olvides en una semana. Como virgen que soy te digo que lo peor es que tu primera vez sea con alguien de quien estás enamorado, porque si te pasa eso: cagaste, quedaste condenado, por lo menos, para toda tu juventud. A tu memoria vendrá siempre el recuerdo de ese amor que no fue, pero que pudo ser y que ante todos es el polo opuesto de la comparación. No pasará nada, porque sentirás envidia, culpa, orgullo o lo que sea. Admito que esto puede sonar un poquito obvio, que quizás de lástima, pena o ternura lo que escribo, pero es sólo para que mi lector sepa que se encuentra con un eterno adolescente, un estudiante de periodismo que le gustaría escribir en Paula.

No es mi mejor párrafo; tengo mejores.


Dije lo aperrada, no porque quiera darme a conocer como fácil, sino porque esto es poesía en prosa y me embargan muchos emociones cuando me meto con alguien y no siento nada, cuando después de terminar, yo odio. No me gusta odiar, prefiero hablar de “gente complicada”.
Quién dijo que era fácil tener un Blog, yo me demoré un año en decidirlo. Sí, es obvio mi problema: pienso mucho las cosas y me creo mi propio psicólogo.


Reza por mí

*vagina